La Torre Eiffel
La
historia de esa torre anoréxica, transparente y babélica, con faldas de
hierro y orgullo de coloso ha sido contada mil y una veces. En 1900, el
propio Eiffel publicó en la editorial Lemercier 500 ejemplares de un
libro titulado La torre de 300 metros. Nunca salieron al mercado. Su
autor los regaló a amigos, bibliotecas e instituciones. Con 53 planchas a
doble página y 33 fotografías de la construcción, el libro desvelaba el
fascinante proceso de traer al mundo una estructura que parecía un
pararrayos, un insecto, un falo...
La
torre nació condenada a muerte, ya que fue erigida con licencia para
excavar los cielos durante sólo 20 años y, sin embargo, ya ha cumplido
los 117. Y es que lo efímero en la arquitectura a veces se vuelve
paradójicamente perdurable. Eran provisionales los arcos de triunfo
erigidos para recibir a los generales romanos victoriosos y lo son las
ciudades fantasma ensoñadas por la Disney. Pero la consagración de lo
efímero tiene su apoteosis en las Exposiciones Universales, en donde los
arquitectos del mundo compiten como artesanos falleros con edificios
condenados a la escombrera.
Recuperar el orgullo.
A mayor gloria de una de ellas, la de París de 1889, brotó del suelo la Torre Eiffel en dos años, dos meses y cinco días.
La
primera Exposición Universal se celebró en Londres, pero Francia acogió
el evento en 1855, 1867 y 1878. El presidente Ferry pensó que para el
primer centenario de la Revolución nada mejor que otra para recordar al
mundo que París seguía siendo su encrucijada y ombligo, abrazando con
entusiasmo la fe en los beneficios de la ciencia.
Aunque
predestinado a ser chatarra, las almas bellas del bello París vieron en
aquel mecano energuménico un insulto al buen gusto. Apenas habían
comenzado los trabajos cuando Le Temps publicaba un manifiesto de
protesta firmado por exquisitos moradores del Parnaso: Gounod,
Maupassant, Dumas hijo... Los panfletarios protestaban contra el objeto
-inútil y monstruoso-. -Durante años veremos extenderse, como una mancha
de tinta, la sombra odiosa de esa odiosa columna-, decían.
Masa
bárbara, sueño estupefaciente, mástil inacabado, confuso y deforme o
supositorio cribado de agujeros que aborta en un ridículo y flaco perfil
eran otras lindezas acuñadas por los intelectuales. El florilegio de la
saña lo completó Verlaine, que habló de -esqueleto de campanario-.
Denuestos vanos, porque ese año dos millones de visitantes se pasmaron
ante la sinuosa dama de hierro.
Lo
que era horrible se convirtió en bello y los detractores acabaron
bebiendo en vaso largo su propia bilis. Los nuevos vientos que
arreciaron contra la torre eran de incienso. Lo había profetizado Eiffel
cuando habló de la conyugalidad entre la fuerza y la armonía: -Hay en
lo colosal una atracción, un encanto propio que no pueden explicar las
teorías del Arte-.
Pero, como suele suceder con los grandes
hallazgos de los hombres, la Torre Eiffel no la concibió el hombre que
le dio nombre. Fueron dos ingenieros de su empresa, Emile Nouguier y
Maurice Koechlin, los que, en junio de 1884, tuvieron la idea de dibujar
una elipsis de lo esencial.
El
6 de junio de 1884, Koechlin dibujó el primer croquis extrapolando con
audacia los pilares de puentes que asiduamente diseñaba. Los bocetos no
entusiasmaron a Eiffel, hasta que pasaron por los lápices de Stephen
Sauvestre. Este arquitecto vistió los pies, unió las cuatro aristas y el
primer piso con arcos monumentales, situó grandes salas acristaladas en
los pisos y dibujó una cima en forma de bulbo.
Sólo para él.
Eiffel
quedó deslumbrado y el mago del acero quiso el proyecto para él solo.
Indemnizó a sus colaboradores y registró la patente bajo su propio
nombre. Sedujo al ministro de Industria y Comercio para convocar un
concurso al que se presentaron 107 proyectos y que ganó él mismo. Se
presupuestaron 6.5 millones de francos y un plazo de ejecución de 12
meses.
Eiffel tenía 55
años cuando comenzó a erigir un tallo de hierro desde cuya cumbre se
vería espejear la luz del sol y los faroles. En su cabeza se iban a
revolcar las tormentas y a sus pies se extasiarían las muchedumbres. Su
nombre se conocía en todo el mundo. Había construido cientos de puentes
de ferrocarril, había levantado el famoso puente sobre el Duero, en
Portugal, con su arco de acero de 160 m. Había fundido la Estatua de la
Libertad y había diseñado su estructura interior. Además, estaba
construyendo las esclusas del Canal de Panamá, cuyo fiasco a punto
estuvo de arruinar su honor, su libertad y su orgullo.
La
primera piedra de los pilares se colocó en enero de 1887. Nunca hubo
más de 250 trabajadores a pie de obra, porque una parte sustancial del
trabajo se hacía en las fábricas de Eiffel en Levallois-Perret. De los
dos millones y medio de remaches de la torre poco más de un millón se
colocaron in situ. Cincuenta ingenieros diseñaron durante dos años 5,300
dibujos de detalle o de conjunto y cada una de las 18,038 piezas de
hierro tenía un esquema previo que la describía con todo detalle. Los
dos pilares junto al Sena se fundaban en el suelo por debajo del lecho
del río. Los obreros trabajaban en cajones metálicos estancos.
Ni un obrero muerto.
La
torre crecía, el viento arreciaba, como la rechifla de los espíritus
hipersensibles, y los trabajadores se declararon en huelga cuando ya
estaba bien avanzado el segundo piso. Protestaban por la jornada [9
horas en invierno y 12 en verano] y porque el salario no estaba en
relación con los riesgos. Pero la seguridad funcionaba, de hecho no hubo
un solo muerto, a menos que se cuente al trabajador defenestrado en
domingo. El desgraciado quiso impresionar a su novia con una
demostración de equilibrismo en su día de libranza y se estampó contra
el suelo. Ni un grave accidente más hasta el día en que la tricolor
flameó sobre la cima. Era el 31 de marzo de 1889, dos meses antes de que
el Príncipe de Gales [luego Eduardo VII] oficiara la ceremonia de
apertura de la Exposición Universal.
Eréctil,
contráctil, transparente, la torre hacía pie sobre cuatro pilares que
se orientaban en la dirección de los puntos cardinales. La base de los
cimientos era una masa de 25 metros de lado y cuatro de altura, así se
reducía al mínimo la presión del conjunto sobre el suelo, que no supera
los 4.5 kg/cm2. La torre es leve, sus 7,300 toneladas de hierro le pesan
a cada centímetro cuadrado del suelo lo mismo que un hombre sentado
sobre una silla. El primer piso se situó a 57 m del suelo, tiene una
superficie de 4,200 m2 y puede soportar la presencia simultánea de 3,000
personas. En su día, acogió un teatro.
El
segundo piso, situado a 115 m, tiene 1,650 m2 y puede soportar la
presencia de 1,600 personas. Es el que tiene mejores vistas. Si el día
es luminoso y libra la calima, puede verse el horizonte a una distancia
de entre 55 y 70 km. Acoge el restaurante Jules Verne, con una estrella
Michelin y listas de espera largas como la sombra de la torre en el
crepúsculo. El tercer piso, situado a 276 m, tiene una superficie de 350
m2. Puede soportar la presencia de 400 personas. Una reconstrucción en
cera muestra a Eiffel recibiendo a Thomas Edison.
La
torre no sólo se convirtió en objeto poético, sino que hasta la
construcción del edifico Chrysler en Nueva York, en 1930, mantuvo el
récord de altura en el mundo durante 41 años. Nació de un sueño
industrial y se convirtió en romántica tentación de aventureros. El
sastre austríaco Franz Reichelt fue el primero en saltar en 1922 desde
el primer piso provisto de un traje inventado para la ocasión. Su salto
fue filmado y el documento aún existe. Antes, el brasileño Antonio
Santos Dumont había sido el primero en dar la vuelta completa a la punta
de la torre en un zepelín.
Sus
altos vuelos no han sido, sin embargo, tan complacientes con otros
espíritus temerarios. Así, 366 personas murieron a sus pies en locos
desafíos deportivos, en retóricos suicidios, en accidentes varios.
Hazaña también, pero sin valor deportivo, fue la que protagonizó en 1925
Victor Lustig, que consiguió vender la torre en piezas desguazadas a un
chatarrero cándido. Como se hablaba aún de desmontarla, el pícaro
falsificó documentos del Ministerio de Correos, titular de la torre,
citó en el hotel Crillon a las cinco empresas más importantes de
recuperación de hierro, anunció a los concurrentes el propósito del
Gobierno de abatir la estructura e improvisó una subasta. Adjudicó la
puja, cobró el cheque y puso pies en polvorosa.
Arte
es la torre, lo sabe el viento que, cuando enloquece, inclina la cumbre
como un junco. Lo supo Jean Michel Jarre que dio un concierto para
celebrar los 50 años de la Unesco ante más de un millón de espectadores
Los
poetas celebraron esa dura erección a la orilla del río. La filmaron
los cineastas. Louis Lumière consumó el primer traveling del cine en el
ascensor. En Ninotchka, Lubistsch la utiliza como símbolo de libertad;
Simenon la convirtió en escenario de un crimen; Roger Moore se
desenvolvió entre sus hierros encarnando a James Bond [007 en la mira de
los asesinos]. Woody Allen sucumbió al hechizo de la dama fálica en su
único musical, Todos dicen I love You. Los cineastas americanos la han
mostrado destruida en varias producciones para ilustrar peligros
planetarios. Ficciones que habrían podido no serlo, porque en 1944 la
torre escapó al incendio premeditado por las autoridades alemanas.
Cifras que producen vértigo.
En la torre trabajan 500 personas.
Tiene una altura de 324 metros, incluyendo las antenas.
1,665
escalones salvan la distancia desde el suelo a la cumbre por el pilar
Este [a excepción de la escalera que conduce del segundo al tercer piso,
prohibida al público].
Pesa 10.100 toneladas, de las cuales 7,300 corresponden a la estructura metálica.
El
récord de altura lo tiene ahora el rascacielos Taipei 101 [508 m],
salvo que se cuente la altura de la antena, en cuyo caso tal honor se lo
lleva la Torre Sears de Chicago [529 m].
Actualmente el récord lo tiene un mástil de teledifusión en Dakota del Norte, Estados Unidos [629 m].
No será por mucho tiempo, porque en 2008 será Burj Dubai el edificio más vertiginoso del Planeta, con 810 m.
Como anécdota, cabe anotar que el ingeniero francés Gustave Eiffel presentó primero su proyecto de torre a los responsables del Ayuntamiento de Barcelona, para que la torre se construyera en Barcelona con motivo de la Exposición Universal de Barcelona (1888).
Según la temperatura ambiental, la cúspide de la Torre Eiffel puede acercarse o alejarse del suelo unos 8 cm, debido a la dilatación térmica del metal que la compone. De acuerdo al sitio oficial del monumento, para alcanzar la cima hay que recorrer 1665 escalones
El mantenimiento de la torre incluye la aplicación de 50 t de pintura cada 7 años, a efectos de protegerla de la corrosión.
En el primer piso, hay consolas que permiten votar en la elección del
futuro color de la estructura. El color original de la torre fue el
amarillo, aunque hoy en día no quede nada de él.
Visitada
cada año por más de 6 millones de visitantes, la Torre Eiffel es el
símbolo de Paris, su imagen más internacional y un orgullo para la
ciudad, algo impensable hace más de cien años, cuando la torre se estaba
construyendo pese a la fuerte oposición de los intelectuales y los
parisinos de la calle.
Por
la noche la Torre Eiffel de Paris permanece siempre iluminada, y cada
media hora (o una hora dependiendo de la época del año) luce por espacio
de 10 minutos una iluminación centelleante que constituye un verdadero
espectáculo, siendo posible presenciarlo desde cualquier lugar de Paris y
sus alrededores.
Cuestionario
*¿Cuanto tiempo tardó en construirse?
Dos años, dos meses y cinco días.
*¿En qué país se celebró la primera exposición universal?
En Reino Unido (Londres).
¿En qué años celebró Francia una exposición universal?
En 1855, 1867 y 1878.
*En 1878 ¿Qué se conmemoraba en Francia?
El primer centenario de la Revolución.
*¿Cómo fue acogida inicialmente la torre Eiffel por el pueblo francés? ¿Qué calificativos obtuvo (da solo dos)?
Lo vieron como un insulto al buen gusto. Inútil y monstruoso.
¿Qué hizo Eiffel para quedarse con el proyecto?
Indemnizó a sus colaboradores y registró la patente bajo su propio nombre.
*Cita otro famoso monumento en el participó Eiffel
¿Cuántos remaches tiene la torre? ¿Cuántas piezas de acero?
La Estatua de la Libertad. 2.500.000 remaches. 18.038 piezas de acero.
*¿En qué dos lugares tuvo lugar la construcción de la torre?
¿Cuántos ingenieros colaboraron?
En Levallois-Perret y en París. 50 ingenieros.
*¿Cuántos obreros murieron durante la ejecución de las obras?
Ninguno.
*¿Por qué se declararon los obreros en huelga?
Protestaban por la jornada laboral y porque el salario no estaba en relación con los riesgos.
*¿Cuántas plantas tiene la torre?
3 plantas.
¿Qué superficie tiene el primer piso? ¿a cuántas personas puede acoger simultáneamente?
4200 metros cuadrados. A 3000 personas.
*¿Qué planta acoge el restaurante Jules Verne?
¿A qué altura esta la tercera planta?
La segunda planta.A 276 metros.
*¿Qué acoge la tercera planta?
Una reconstrucción en cera de Eiffel recibiendo a Edison.
*¿Después de la inauguración cuándo debía de ser destruida?
Cuando cumpliera los 20 años.
¿Quién vendió fraudulentamente la torre?
Victor Lustig.
¿Cuánto mide la torre?
324 metros.
¿Cuántas escaleras tiene?
1665 escalones.
¿Durante cuanto tiempo fue la construcción más alta del planeta?
Durante 41 años.
¿Qué edificio será el más alto del planeta en el 2008 y con qué altura?
Burj Dubai con 810 metros.
*¿Cómo es protegida la torre Eiffel de la corrosión?
La pintan con 50 t de pintura cada 7 años.
*¿Qué otra ciudad pudo acoger la torre Eiffel?
Barcelona.
¿Cuántas personas pasaron por la exposición universal de París?
5.860.801 personas.
*¿Por qué la torre Eiffel crece o decrece 8 cm?
Por la dilatación térmica del metal que la compone.
*¿Cómo es la iluminación de la torre Eiffel?
Permanece siempre iluminada y cada media hora o una hora, dependiendo de la época del año, luce por espacio de 10 minutos una iluminación centelleante que se puede observar desde cualquier sitio de París.